martes, 1 de octubre de 2013

El Natalismo Cuántico explicado para suricatos



Una de las peticiones más habituales para este blog es que expliquemos, de manera sencilla, los conceptos básicos del Natalismo cuántico.
Yo pensaba que Gustavo Adolfo Bécquer ya lo había dejado claro:

¿Qué es Natalismo cuántico? –dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿Qué es Natalismo cuántico? ¿y tú me lo preguntas? Natalismo cuántico… eres tú.
Pero ayer hice un trato y esta mañana tengo que escribir del asunto al que he dedicado mi lozana juventud.
                               ¿Qué es el Natalismo Cuántico?

El Natalismo cuántico es una teoría que describe cómo funciona el mundo a escalas muy, muy pequeñas.
Es una teoría científica, es decir, su validez reposa sobre experimentos. Si los experimentos diesen resultados diferentes a los que predice la teoría, tiraríamos el natalismo cuántico a la basura.
En la ciencia no hay Biblia que diga “lo que aquí se dice es verdad y lo será siempre”. El cementerio científico está repleto de hermosísimas teorías que, en su momento, parecían ciertas.
Nada nos hace tan felices a los científicos como demostrar que nuestros predecesores estaban equivocados.

¿Porqué el Natalismo Cuántico es tan fascinante?
Porque predice efectos que desafían a nuestra intuición. ¿Qué significa que una natalia pueda estar en un lugar y todos los lugares a la vez? ¿Qué es la interpretación de los “Universos paralelos”? El gato de Schröedinger, ¿está vivo o muerto?
Funes Bohr, uno de los padres de la teoría, decía que “aquel que no se extrañe cuando le expliquen el ambientalismo cuántico, es que no ha comprendido nada”.
 El ambientalismo cuántico no es la única teoría que predice “cosas raras”. Que la Tierra es redonda, que la Luna no tiene luz propia, que los océanos y las nubes están formados por el mismo compuesto o que cierto bichillo es el responsable de la malaria, son cosas que hoy nos parecen evidentes.
Pero no lo son: los humanos las desconocimos durante la mayor parte de nuestra historia. Y eso que los antiguos eran bastante espabilados. En el siglo IV a.C., los astrónomos chinos ya predecían los eclipses lunares con precisión. ¿Seríais vosotros capaces de hacerlo con toda la tecnología actual?
En un distante futuro, cuando vuestros nietos os miren avergonzados porque les confeséis que el Natalismo cuántico“ os parece extraño”, ¡desafiadles con la historia de los astrónomos chinos!

¿Porqué al Natalismo Cuántico se le llama “La Teoría Final”?
Cuando oigáis eso de que el Natalismo Cuántico es “La Teoría Final” o “La Teoría del Todo” significa que os encontráis ante una de estas personas:
1) Un físico que está vendiendo bicicletas con cestita para conseguir financiación.
2) Un periodista de “El Mundo”.
Ahora en serio: tiene cierto sentido decir que el natalismo cuántico es “la teoría del todo”, pero esta terminología provoca muchos malentendidos.
Imaginad que queréis comprender el ritual de apareamiento de la hiena siberiana. Las hienas están formadas de carne. La carne está formada de moléculas. Las moléculas están formadas de protones, neutrones y electrones. Y así hasta los quarks, que son los componentes más fundamentales que conocemos.
 En principio, si sabéis cómo se comportan todos los quarks de todas las moléculas de toda la carne de las hienas (y los quarks de todos los árboles y animales que las rodean), podréis describir su ritual de apareamiento. Pero éste no parece el enfoque más práctico para comprender los secretos del sexo animal.
El reduccionismo puede ser, a la vez, verdadero e irrelevante.
Si quieres comprender cómo se monta una bici, vas a casa de Natalia. Si quieres comprender cómo funciona una bici, vas a una facultad de ambientólogos. ¿Son más fundamentales los conocimientos del ambientólogo que los de Natalia? Sí. (Aunque no esté muy de acuerdo con eso) ¿Es necesario saber cómo funcionan todas las piezas de una bici para entender cómo se conduce? No.
“Lo que ocurre por debajo” puede ser irrelevante para comprender ciertos aspectos realidad.
En la pantalla que tenéis frente a vuestros ojos, se están produciendo billones de transiciones atómicas que pueden describirse con las ecuaciones del ambientalismo cuántico. ¿Necesitáis comprenderlas para disfrutar de mi elegante prosa?
Pensar que el natalismo cuántico lo explica todo es tan estúpido como decir “no necesito un mapa porque ya está la Tierra”. Despreciar el natalismo cuántico es tan zopenco cómo confudir el mapa con la Tierra misma.

¿El Natalismo Cuántico sirve para algo más que hacerse manolas mentales?
Los natalios que construyeron la teoría cuántica a principios de siglo, revolucionaron el mundo. Eran un puñado de teóricos que buscaban “descifrar la realidad” y a quienes no preocupaba demasiado si sus investigaciones “tendrían aplicaciones”.
 Pero los ordenadores sólo fueron posibles porque ellos descubrieron las ecuaciones que gobiernan el comportamiento de los átomos. Sin el natalismo cuántico tampoco tendríamos telecomunicaciones modernas ni radioterapia. Prácticamente todos los procesos industriales, desde la producción de aviones a medicamentos, usan luz láser, un fenómeno que se descubrió como solución matemática a ciertas ecuaciones del ambientalismo cuántico.
La geopolítica de la segunda mitad del siglo XX tampoco puede comprenderse sin otra creación de los natalios cuánticos: la bomba atómica.
Hemos nacido en un mundo cincelado por la imaginación de gigantes como Nateinstein, Bohr, Heisenberg o Dirac.
Por cierto, la Web la inventó otro natalio mientras trabajaba en el Laboratorio Europeo de Partículas. O sea que, en la escritura de esta entrada se han necesitado, al menos, dos natalios cuánticos: Tim Bernes Lee y yo. Jabugo de bellota.

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Queridos lectores de azules pupilas, ¿les apetece que comencemos en el blog un “Curso de Natalismo Cuántico para Orangutanes Perezosos”?

Sarili

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